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Nota del editor: Alfredo Espinola, representante de el Restaurante en Ciudad de México, tuvo recientemente el placer de hablar con Teresa Rodríguez Rivera, nombrada por la revista Líderes Mexicanos como una de las 25 líderes del vino en México. Forma parte del departamento de comunicación del Consejo Mexicano del Vino (CMV) y es vicepresidenta de comunicación de la Asociación de Sommeliers de México (ASM).
¿Cómo inició la historia de Teresa dentro del mundo gastronómico y el vino?
Hace quince años, cuando tenía cinco años de experiencia en periodismo, me ofrecen tomar la responsabilidad de ser editora de la columna “Buena Mesa” del periódico “Reforma”, orillándome a regresar a la escuela. Cursé la carrera en el Colegio Superior de Gastronomía y un diplomado en alta cocina, otro de panadería, chocolatería y repostería.
¿Qué opinas sobre la gastronomía mexicana actual?
He tenido el privilegio de ver, no voy a decir la evolución de la gastronomía mexicana, sino el despertar del resto del mundo hacia la gastronomía mexicana, que es algo muy diferente. La gastronomía mexicana ha estado, pero lo que definitivamente hacía falta era que voltearan sus ojos hacia México y entendieran cuál es la realidad de la gastronomía mexicana, aclarando esa confusión con la “gastronomía tex-mex”, que tiene su propia historia, pero más de fusión.
Hubo varias cosas que se conjugaron para que el mundo volteara a ver la gastronomía mexicana, una de ellas, siendo la más importante, su reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el 2010.
Otro punto muy importante, es que los chefs en México empiezan a reconocer el valor de lo que tenemos, dándole su lugar a la milpa, a la triada mexicana (combinación de maíz, frijol y calabaza), empezamos a ver el resurgimiento de los ingredientes endémicos de México. Lo rico de la gastronomía mexicana es que ya tenemos esos dos extremos, los grandes platos, los grandes montajes, pero también tenemos la cocina tradicional.
Hoy en día, la gente está buscando experiencias auténticas, experiencia de cocina rural, un ejemplo en Puebla es el restaurante “Macuitl Molino” del chef Gustavo Macuitl, donde literalmente la cocina que hace es en la milpa de su familia.
Otro ejemplo, es la chef Thalía Barrios, originaria de San Mateo Yucutindoó en la región Sierra Sur en Oaxaca, México, ya que con levadura de olla se llevó el premio de “Chef Joven” por parte de las estrellas Michelin. En su restaurante “Cocina de Humo”, ofrece la experiencia de comer en una cocina tradicional de la sierra, donde esta presente el comal, el metate y varias técnicas ancestrales de la cocina para preparar los platillos.
De igual forma, los medios han evolucionado, mostrando en sus páginas fotos de cocineras tradicionales. Hoy en día ese es el nuevo lujo, lo autentico, lo real, la cocina de milpa, cocina comunitaria.
¿Cómo has logrado combinar la pasión que tienes a la gastronomía y al mundo del vino?
Cuando me encontraba trabajando como editora de la columna “Buena Mesa” para el periódico “Reforma”, mis colaboradores que llevaban el tema del vino dejaron el proyecto, lo que me orilló nuevamente a regresar a la escuela para poder escribir contenido responsable, tomé un diplomado para la formación de sommeliers en la Asociación de Sommeliers Mexicanos, así como el diplomado en la Asociación Mexicana de Sommeliers con Ricardo Espínola, quien es considerado uno de los mejores sommeliers de México, y actualmente estoy cursando un diplomado en Domecq Academy.
Desde mi primer diplomado, siempre he agradecido mucho los espacios y la gente que me ha dado la oportunidad de ser catadora, el sentarte frente a ese producto, pensar que mínimo hay un año de trabajo atrás de ese vino que tienes en la copa y que estas evaluando, saber que alguien tuvo el cuidado en el campo de estar midiendo la maduración de las uvas, la gente en las bodegas pasó noches sin dormir en los días de cosecha. Como catador reflexionas todo lo que hay detrás de un vino, te das cuenta de la responsabilidad, lo que es un gran privilegio.
¿Cómo ves al vino mexicano en el mercado actual?
Desde que llegue al CMV, las estadísticas indican que desde el 2017 el vino nacional encabeza la participación en el mercado; entonces, te das cuenta que el propio mercado empieza a sentir orgullo y se adueña por lo suyo, con esto no quiere decir que no hay nada que mejorar, pero sí reconocer que los mexicanos ya tienen ese despertar y esa conciencia de decir “primero lo mío”.
Hay que reconocer la preferencia por sus etiquetas del mercado mexicano, al igual que hay retos importantes que enfrentar, definitivamente el tema de tener una industria sustentable es uno de los más grandes, otro es lo que enfrentan los productores en la carga fiscal que tiene cada botella de vino, eso nos resta competitividad frente a otras regiones productoras.
¿Qué opinas del papel de la mujer en el mundo vitivinícola en México?
Las mujeres han ganado bastante participación en la industria, creo que aún falta acceder a las grandes cúpulas, la toma de decisiones sigue siendo en su mayoría del género masculino, pero si creo que las mujeres han ganado mucho terreno, precisamente en ocupar direcciones, subdirecciones, algunas presidencias como la de Gina Estrada en la ASM, al final, las mujeres están ayudando a la visibilidad y el empuje de la industria.
En el mundo de sommeliers se dice que las mujeres tenemos más desarrollado el sentido del olfato, el tema de la memoria sensorial y aromática, que somos como más sensibles y fijadas en los aromas. Históricamente las mujeres hemos tenido esa parte de conciliación y emotividad que la sociedad nos ha reconocido y que los hombres no se lo permiten.
En el tema de acercar a las nuevas generaciones el mundo del vino ¿qué está haciendo Teresa Rodríguez como responsable de comunicación del CMV?
Dentro del CMV, el tema de trasmitir de manera correcta y reflejar todo lo que hay en una botella de vino es una gran responsabilidad, lograr que la gente sepa de dónde viene y cómo es su proceso, así como promover la calidad y difundir el vino hecho en México, ese es mi papel en el área de comunicación y gestión de proyectos dentro del Consejo.
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