Click here to read this article in English
Por Natalia Otero
Los mexicanos no son grandes bebedores de vino, y el vino mexicano no se encuentra en muchos menús de restaurantes en los Estados Unidos. Pero eso puede estar a punto de cambiar, gracias a los esfuerzos de las asociaciones vitivinícolas mexicanas para promover la producción de uvas y vino.
Un actor fundamental en este crecimiento ha sido El Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), que este año cumple 75 años desde su fundación. El CMV es una asociación federal situada en la Ciudad de México que trabaja con los estados que producen uva: Chapala en Jalisco, San Miguel de Allende, Querétaro, Aguascalientes, Guanajuato, Coahuila, Baja California, Querétaro, Chihuahua, Guanajuato, Coahuila, Aguascalientes, Zacatecas, Sonora, San Luis Potosí, Puebla y Nuevo León.
Su propósito es ser la voz institucional de los productores de uva en México. Representan tanto a los productores para vino, como para los demás usos de la uva como uva de mesa, uva pasa, uva para jugo y uva para brandy.
EL RETO DE LA PANDEMIA
La fortaleza del CMV se hizo evidente durante la pandemia. En ese entonces, el Estado mexicano declaró que el alcohol no era prioridad y decretó que no se podía trabajar en la viñas. Sin embargo, gracias a que el Consejo Mexicano Vitivinícola llamó a la unión nacional, incluso de asociaciones que trabajan por su lado a nivel local, lograron demostrarle al gobierno que la producción de vino no podía parar debido al ciclo de cultivo, y se organizaron con protocolos y capacitaciones que les permitieron enfrentar la pandemia. Entonces, se creó un proyecto nación en el que la participación de la gente fue, y sigue siendo, fundamental.
El esfuerzo funcionó. El gobierno les dio el permiso no solo para que continuaran con la producción, sino que, desde entonces, ha impulsado la industria. Esto condujo a una integración de las bodegas medianas y pequeñas. Y, fueron de los primeros proyectos turísticos que retomaron actividades.
“Es muy interesante porque, así como la uva tiene su ciclo de vida desde la poda, la floración y la vendimia, la verdad es que la industria vinícola ha sabido acompañar muy bien todas estas etapas impulsando también la gastronomía local, las tradiciones y el enoturismo”, explica Paz Austin, directora general del Consejo.
Tras esta unión, salieron otros proyectos encaminados a la producción de vino sostenible, que fueron protagonistas el año pasado durante el Congreso Mundial de la Viña y el Vino. Por primera vez, lograron ser sede de este importante evento en el participaron 49 países, rompiendo records de asistencia con más de 2.600 personas.
Gracias a este éxito, a propósito del día del vino mexicano, se celebrará el Congreso Expo Uva & Vino durante los días 5, 6 y 7 de octubre de este año, en Querétaro. Éste incluirá técnicas de la industria para productores nacionales, así como una muestra comercial para participantes internacionales. También, en el mes de junio, se realizará el evento Vive el Vino, enfocado en productores y consumidores, con temas de marketing, ventas y estrategias de comercialización del vino. Para el 2024, León Guanajuato será la sede del Concurso Mundial de Bruselas, prestigiosa competencia internacional que, por primera vez en su historia, saldrá de Europa y contará con más de 400 catadores.
LA EXPANSIÓN DEL VINO MEXICANO
Además de lograr estos eventos importantes, el CMV tiene diferentes alianzas con instituciones tanto restauranteras como educativas, como la Asociación Mexicana de Sommeliers y la Escuela Superior de Gastronomía, la UNAM, entre otras. Esto, con el fin de fomentar los centros de investigación para temas relevantes, como el reto del agua tras el cambio climático, las buenas prácticas, y los asuntos normativos y regulatorios.
“Creemos que México necesita desarrollar más y mejores planes de estudio dirigidos a la viticultura, a la enología, al servicio y la sommelería, así como estándares de calidad”, comenta Paz.
La razón por la que el vino mexicano se está popularizando en el mundo y, especialmente en Estados Unidos, es porque “hay más hectáreas plantadas de uva para vino en Napa que en todo México, pero, la calidad y las características del vino mexicano son únicas. Del vino mexicano se habla de la calidad, no de cantidad.
Las exportaciones están creciendo, sin embargo, el hecho de que no sean tan altas está causando que se atraigan turistas amantes del vino hacia el país, lo que es muy positivo. De todas formas, el vino mexicano está siendo parte de la conversación y ahora debe ser impulsado para su expansión.
“El año pasado, se firmó la ley Federal de instrumento e industria vitivinícola, para reconocer de manera formal nuestra actividad y que se nos otorguen presupuestos”, dijo Mauricio Cantú Barajas, tesorero del Consejo Directivo.
En México se consume 1.3 litros por habitante de vino, solo el 10% de la población lo consume. Por eso, el gran reto del CMV es buscar plantar más viñedos. Para ello, necesita el apoyo de las autoridades nacionales como estatales, así como los asociados y asociaciones para mantener y aumentar el consumo del vino mexicano.
“En 10 años, buscamos incrementar nuestro sector en 35%, tanto en superficie de producción agrícola, como en la producción de vinos y otros derivados, que contribuyan con el bienestar de nuestra población y la economía del país”, señaló Salomón Abedrop, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola para 2023- 2025.