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Por Natalia Otero
La Patrona es un food truck de Washington D. C. que comenzó en noviembre de 2023 vendiendo tamales desde un carrito en la calle. Lo que realmente los puso en el mapa fue el marketing: la elección de colores, las publicaciones en redes sociales y, sobre todo, educar al cliente sobre su producto. Eso ha sido clave para que el proyecto creciera exponencialmente en tan solo dos años.
El Restaurante conversó Jennifer Ramos Aguilar, dueña y la cabeza creativa de La Patrona sobre los comienzos del negocio, los secretos detrás de un buen marketing y la importancia de que los restaurantes hispanos se adapten a las nuevas reglas del mercado.
El Restaurante: Me encanta que vendan tamales. Cuéntame, ¿de dónde surgió la idea?
La Patrona: Los tamales son una comida tradicional en mi familia. Los hacemos para todo: cumpleaños, baby showers, quinceañeras... Mi mamá y mi tía siempre los preparaban.
Por eso decidimos empezar por ahí. Vivimos en el área de Washington y no hay muchos vendedores de tamales. A veces hay personas que los venden desde sus casas y lo anuncian por redes sociales tipo: “Oigan, estamos vendiendo tamales para Navidad o Acción de Gracias”, pero hasta ahí.
Esa es casi la única forma de encontrar tamales auténticos en la zona. Entonces vimos una oportunidad y pensamos: “Podemos vender nuestros tamales y también ganar algo de dinero”. Mi mamá y mi tía ya son mayores, así que también era una buena forma para ellas de seguir activas.
Ellas ponían un pequeño puesto de tamales afuera de algún edificio, a un costado de la carretera, y nosotros estábamos ahí con ellas. Era algo familiar. Al principio era como una familia haciendo una parrillada en plena calle.
ER: ¿Tenían un plan de negocio al principio?
No realmente. Para noviembre de 2023 llegó la temporada de tamales y la gente los quería, así que decidimos estar ahí todos los fines de semana. Aunque pasara la temporada, seguiríamos presentes. Ese era el punto: estar ahí siempre, con constancia.
Eso fue lo único que teníamos, y poco a poco empezamos a darnos a conocer entre la comunidad. Luego llegó la atención mediática. Una clienta que vino trabajaba en Univisión, y otras personas trabajaban en el Estado, porque estamos cerca del aeropuerto.
Así fue como empezó a llegar atención de forma orgánica. Cuantos más clientes teníamos, más tamales teníamos que hacer. Entonces contratamos a un primo para que nos ayudara, luego se sumó otra tía... así fuimos poco a poco creciendo y atendiendo la demanda.
ER: ¿Cómo pasaron de ser un puesto callejero a un food truck y a un restaurante reconocido?
A medida que aumentaba la demanda, me di cuenta de que esto iba en serio y que no podíamos seguir improvisando en la calle. Entonces puse letreros, carpas... y todo empezó a verse más profesional.
Poco a poco empezamos a hacer lo que hacen los restaurantes. En seis meses hicimos crecer el negocio, pagamos a todos, y logramos ahorrar para comprar un food truck. Así nos volvimos más formales.
Vivimos en Washington D.C. y queríamos atraer a todo tipo de público, no solo latinos. Queríamos llevar nuestra cultura más allá, compartirla con toda la comunidad.
Cuando tuvimos el food truck, lo pintamos de rosado, porque es mi color favorito. Sabía que tenía que ser especial y llamar la atención.
ER: ¿Qué papel jugaron la creatividad y el marketing en el crecimiento del negocio?
Me inspiré en los manteles tradicionales, los sarapes, que habíamos comprado por internet. Llaman la atención, así que decidimos que el food truck se viera como un sarape.
Mi familia tiene todo bajo control en la cocina, son los expertos. Pero yo sentía que también necesitábamos marketing. Tengo un ojo estético y una pasión creciente por el marketing. Me gusta inspirarme en elementos de nuestra cultura e incorporarlos al negocio.
Pensé que en redes sociales debíamos ofrecer algo coherente y visualmente atractivo.
Muchos restaurantes en la zona tienen una imagen muy coherente y una marca fuerte. Yo creía que los restaurantes latinos también debían hacer eso, adaptarse al marketing moderno para que su marca sea reconocida.
La gente empieza a reconocerte cuando usas colores y tipografías que solo tú usas. Ese fue un tema muy importante que nos ayudó a crecer.
ER: ¿Qué tan importante es conocer a tu público objetivo?
Es súper importante. Un amante del tamal siempre va a encontrar tamales. El reto era llegar a las personas que no saben qué es un tamal o que nunca lo han probado.
Yo pensaba en esa gente. Esa mentalidad ayudó a ampliar el alcance y atraer nuevos clientes.
Empecé a hacer videos graciosos explicando qué es un tamal y cómo no se come la hoja. Empecé a llamarlo “la barra de proteína mexicana”. Eso ayudó a que la gente entendiera de qué se trata.
Al principio, el algoritmo no nos notaba. Entre febrero y mayo de 2024 estuvimos muy flojos, y pensamos que tal vez tendríamos que cerrar.
Entonces empecé a publicar contenido educativo en redes. Y ahí fue cuando Univisión vio los videos que subí a Instagram y me pidió hacer más.
Esa primera entrevista fue un gran impulso para nosotros.
También hemos tenido momentos de suerte, y estoy muy agradecida por eso.
ER: ¿Van a abrir un local?
¡Sí! En el estacionamiento donde tenemos el food truck, hay un edificio donde uno de los vendedores tenía un local. Este verano vamos a empezar a construir nuestro restaurante allí. Así que esperamos inaugurar a comienzos de 2026.
Nos está yendo muy bien con los clientes: tenemos clientes leales, crecimiento orgánico y muchos foodies.
Hemos aprendido a mantenernos a flote, equilibrar los costos de los alimentos con las ventas. Va a ser un reto, pero creo que vamos a tener éxito porque ya tenemos una base sólida de clientes leales, foodies y crecimiento orgánico.
Tamales de cerdo La Patrona
Aquí Aguilar comparte una de las recetas de su familia.
Masa para tamal:
- 1 bolsa de ½ libra de hojas de maíz
- 4.25 libras de harina de maíz nixtamalizado
- 2 tazas de manteca de cerdo
- 1.5 cucharadas de sal
- 1 cucharada de polvo para hornear
- 8 tazas de agua caliente
Relleno del tamal:
- 1.5 hojas de laurel
- 2.5 libras de carne de cerdo en trozos (preferiblemente de espaldilla)
- 8 chiles guajillo
- 8 chiles ancho
- 2 chiles pasilla
- 2 cucharadas de sal
- ½ cucharadita de comino molido
- 2.5 cucharadas de aceite vegetal
- Lava las hojas de maíz y colócalas en un recipiente grande. Cúbrelas con agua caliente. Tapa el recipiente y deja que se remojen durante 45 minutos.
- Mientras las hojas se remojan, prepara la salsa del relleno: coloca todos los chiles en una olla grande y añade suficiente agua para cubrirlos. Lleva a hervir a fuego alto. Luego retira del fuego, tapa y deja reposar durante 20 minutos para que se suavicen.
- Escurre los chiles y colócalos en una licuadora. Agrega 1.5 tazas de agua, 2 cucharaditas de sal y el comino molido. Licúa hasta obtener una salsa suave.
- Calienta el aceite en una olla grande a fuego medio. Sazona el cerdo con 1.5 cucharaditas de sal y agrégalo a la olla. Vierte la salsa de chile encima y añade la hoja de laurel.Lleva a ebullición, luego reduce el fuego al mínimo, tapa y cocina a fuego lento durante 2.5 horas, hasta que la carne esté muy suave.
- En un tazón grande, mezcla la harina de maíz, la sal y el polvo para hornear. Una vez integrado, agrega la manteca y mezcla con las manos. Añade el agua poco a poco y mezcla durante unos 3 minutos, hasta obtener una masa con consistencia de pudín espeso. Debe ser suave y fácil de untar.
- Escurre las hojas de maíz y sécalas con palmaditas suaves. Colócalas sobre una charola.
- Unta la masa sobre las hojas de maíz como si estuvieras pintando capas, dejando libre el tercio superior de la hoja.
- Coloca una cucharada del relleno en el centro de la masa. Luego, dobla los lados largos de la hoja hacia el centro. Dobla hacia arriba el extremo puntiagudo, de modo que solo un extremo del tamal quede abierto. Repite el proceso hasta usar todas las hojas.
- Llena el fondo de una olla vaporera grande con agua. Coloca los tamales en posición vertical, con la parte abierta hacia arriba, apoyándolos contra los bordes de la olla para que no se caigan.
- Cubre bien con la tapa y coloca la vaporera a fuego alto hasta que el agua hierva. Luego, reduce a fuego medio-bajo y cocina durante 90 minutos o hasta que la masa esté bien cocida.
- Retira un tamal y déjalo reposar 15 minutos. Si la masa aún se pega a la hoja, cocina al vapor 15 minutos más y vuelve a revisar.
- Una vez que el tamal se despegue fácilmente de la hoja, ya están listos. Deja que los tamales se enfríen 5 minutos fuera de la olla. ¡Disfruta!
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