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Por Natalia Otero
La Chef María Olmino es una mujer que se ha levantado del dolor y ha reconstruido su hogar y un buen futuro para sus tres hijos, gracias a sus habilidades culinarias. El pasado agosto, abrió el tercer restaurante de La Casita del Sabor en Middletown en 650S Main St., ofreciendo comida latinoamericana, y asegura que el recibimiento ha sido enorme.
Nació en Guatemala, y desde que tenía 13 años vendía enchiladas, garnachas y refacciones con su madre, enfrente de la iglesia. Desde ese entonces aprendió, no solo de cocina, sino también del negocio.
“Mi mamá me decía: ‘vamos a hacer enchiladas’, y yo me iba con un canasto a la iglesia, y las vendíamos muy bien. Yo veía que ella multiplicaba las ganancias, y así aprendí que el negocio era bueno”, cuenta, satisfecha de haber aprendido empíricamente sobre el negocio y ser hoy parte de un importante restaurante latinoamericano.
En 2006, saliendo de una relación de maltrato con el padre de sus hijos, migró a los Estados Unidos y empezó a trabajando para un restaurante colombiano, llamado La Casona Restaurant, en Connecticut, haciendo empanadas. Allí, demostró que tenía talento y se convirtió en la chef del lugar.
Aunque las cosas iban muy bien para ella, se sentía muy sola, pues había tenido que dejar en Guatemala a sus tres hijos, Erick, Cristian y Alejandro Mauricio, cuando eran menores de 10 años, bajo el cuidado de su madre.
Mirando el camino recorrido, María se siente agradecida por todo lo que le ha sucedido, y por las oportunidades que cada persona en los restaurantes le ha brindado. Sobretodo, recuerda con cariño a la mujer que era la dueña de La Casita del Sabor, pues ella, tras ver el talento de María, en 2011, le ofreció venderle el restaurante a 18.000 dólares, a cambio de que ella le pagara cada mes la suma de mil dólares, para que así, de a pocos, pudiera tenerlo en su totalidad.
Tras ocho años de estar separada de sus hijos, gracias a que las cosas con La Casita del Sabor iban muy bien, en 2012, llegaron Cristian y Erick a encontrarse con Olmino. El día en que Cristian se graduó de middle school, en 2015, María le hizo la promesa a su madre de que cuidaría de los tres, y logró pagarle el tiquete de avión al menor. Lamentablemente, ese mismo día, su madre murió. Como aún eran niños, ella les ponía a hacer cosas muy sencillas en el restaurante, mientras cursaban el colegio. Mientras tanto, María iba ahorrando para pagar su educación superior.
“Como yo hacía de todo, desde atender a cocinar, limpiar, de todo, les fui enseñando de a pocos. Primero les puse a hacer jugos, a pasarle el trapito a las mesas. Y ellos fueron creciendo en este ambiente de restaurante y, cuando el mayor se graduó e iba a estudiar para construcción, me ofreció que usáramos el dinero para montar el siguiente local de La Casita del Sabor”.
En 2019, compraron el nuevo local, pero, llegó la pandemia. Olmino tiene una fe inquebrantable en Dios y, según cuenta, es ésta la que la ha ayudado a levantarse ante cualquier adversidad. María no perdió la fe y encontró en las redes sociales un apoyo enorme que la comunidad le brindó.
A pesar de que tuvieron que cerrar el restaurante, que estaba recién abierto, el día en que abrieron de nuevo, debido a que la gente conocía su situación, vinieron a apoyarla y vendieron todo lo que tenían para una semana, en un día.
“Logramos con mis tres hijos abrir el segundo local en la misma cuadra. Y, el plan era cerrar la Casita Pequeña, pero nuestra clientela les gustaba mucho y ahí sigue. Aunque ahora estamos en remodelaciones”.
Con el tercer restaurante, que abrieron el 19 de agosto de este año, Olmino tenía miedo de que en Middletown no fueran a recibir bien el sabor latino. Pero “le echó ganas”, como ella dice. Y, tras un mes de abierto, tienes clientes antiguos que vienen a visitarla, y nuevos que disfrutan de sus platos.
“Cada vez que servimos las garnachas y las enchiladas guatemaltecas, yo recuerdo esos momentos con mi mamá, que fue lo que primero me abrió camino”.
Este plato, a diferencia de las enchiladas mexicanas, se sirve sobre una base de tortilla bien crispy y encima se pone repollo curtido y remolacha en vinagre, sal y limón, luego una capa de carne molida y salsa de queso.
En La Casita del Sabor venden platos de Puerto Rico, Colombia, El Salvador, Honduras. Desde bandejas paisas hasta carne asada, a caldos de costilla… el sabor latinoamericano a gustado en Hartford, gracias al talento de María y, por su puesto, su fe en la vida.