Por Alfredo Espinola
En los agrestes paisajes donde reina el maguey y el sol se funde con la tierra, ahora se escucha una voz que antes era un susurro: la voz de las mujeres del mezcal. No ha sido un camino fácil, pero hoy, gracias a su determinación, pasión y sabiduría, ese murmullo ancestral se ha convertido en un canto fuerte y resonante.
En Jiquilpan, Michoacán, donde la tierra huele a historia y el campo canta con la brisa, nace una historia que destila fuerza, raíces y transformación. Yolanda Ruiz se describe como una humilde campesina, pero detrás de esa modestia se esconde una mujer cuya visión ha fermentado un movimiento nacional: la revalorización del papel de la mujer en el mundo de las bebidas espirituosas mexicanas.
Licenciada en Relaciones Internacionales y heredera de una tradición familiar mezcalera, fue su abuelo, el maestro mezcalero y sabio del campo Tirso Sánchez, quien plantó en ella la semilla de esta bebida espiritual. Y su abuelo Benjamín Ruiz le transmitió la filosofía que hoy guía su causa:
"Todo lo que la gente necesita es un pequeño empujón para cambiar de vida".
Hoy, Yolanda es socia fundadora y presidenta nacional de la Asociación de Mujeres del Mezcal y Destilados de México, una red que se creó hace dos décadas junto a la ingeniera Luz María, con una intención clara: dar visibilidad a las mujeres en una industria que, durante siglos, ha tenido rostro masculino.
"Cuando la gente hablaba de mezcal, hablaba de hombres. Pero detrás de muchas de esas botellas hay mujeres plantando, cosechando, destilando y catando. Nosotras también somos el alma de esta tradición".
La asociación se ha convertido en un espacio para que las mujeres que quieren trabajar la tierra, aprender a catar o convertirse en maestras destiladoras se conozcan, se formen y se empoderen. En esta red encuentran el apoyo que necesitan para crecer. Lo que empezó como un movimiento centrado en el mezcal ahora abarca también el sotol, la raicilla, el tequila, el bacanora e incluso el pulque, extendiéndose por todo el país.
En cada estado hay una presidenta estatal que lidera las acciones locales y, muy pronto, el movimiento traspasará fronteras: ya está en marcha la Asociación Internacional de Mujeres del Mezcal y los Destilados, con el objetivo de facilitar la distribución global de sus productos y sumar aliados extranjeros al sueño colectivo.
Más que una bebida, el mezcal es para Yolanda un símbolo de identidad, resistencia y transformación. Es una bebida que guarda en su interior la historia de muchas mujeres que, gracias a su trabajo y tenacidad, ahora no sólo son destiladoras, sino también líderes.
Hace una década, abrirse paso en el mundo de las bebidas espirituosas era una ardua batalla. En las zonas rurales, el machismo estaba tan arraigado como el propio agave, y obtener la certificación era un laberinto lleno de obstáculos. Pero un grupo de mujeres formó la Asociación de Mujeres del Mezcal y Destilados de México, decididas a cambiar la historia convirtiéndose en un colectivo que, más allá de abrir puertas, está construyendo caminos para las que vienen detrás.
Desde su creación, esta asociación ha apostado por el crecimiento integral de sus miembros: desde la producción y la trazabilidad hasta el acceso a certificaciones y análisis físico-químicos.
Gracias a este trabajo técnico y estratégico, muchas de ellas ahora exportan sus destilados a Europa y Estados Unidos, además de ser reconocidas con premios internacionales. "Hoy contamos con mujeres influyentes que nos dan visibilidad, que hacen eco de nuestras voces y nos recuerdan que estamos aquí y seguiremos", comparte Yolanda Ruiz, presidenta de la asociación, quien ha llevado esta causa más allá de foros y ferias.
Su pasión por destacar el papel de la mujer en esta tradición milenaria la llevó a producir el documental Las hijas del maguey, un homenaje a las mezcaleras, a las dueñas de palenques y, sobre todo, a las mujeres que soñaban con destilar no sólo agave, sino también libertad.
Lo fascinante de este grupo es su diversidad; los conocimientos ancestrales conviven con los estudios científicos, las tradiciones orales con el análisis de la huella de carbono y los calendarios lunares con las prácticas sostenibles. Esta pluralidad no sólo enriquece el mezcal, sino que también fortalece a la comunidad.
Actualmente, la asociación está en expansión. Este año celebrarán una reunión especial para dar la bienvenida a nuevos miembros, entre ellos productores del sureste de México, como Quintana Roo, con su tradicional balché, y Yucatán, con su místico xtabentún. Esta es una clara señal de que la red de mujeres destiladoras no conoce fronteras.
Cada gota de mezcal que nace en sus manos cuenta una historia, ya sea de resistencia, de herencia, de innovación y, sobre todo, una historia en la que el futuro se destila con nombre de mujer.
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