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Nota del editor: El Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), la voz de la industria de la uva y el vino en México, se creó hace más de 72 años. Al frente del organismo estuvieron exclusivamente hombres hasta 2019, cuando asumió la primera mujer directora, Paz Austin. Ahora, el consejo nombró a su segunda dirigente mujer, Ana Paula Robles Sahagún. En esta entrevista con Alfredo Espinola, representante de el Restaurante en la Ciudad de México, Sahagún -cuya formación es la arquitectura, no la vitivinicultura- habla de cómo el consejo está haciendo crecer la industria del vino.
Espinola: ¿Por qué el mundo del vino?
¿Y por qué no? Es un reto y una gran oportunidad, tener una visión del mundo del vino que quizá yo conocía poco. El Consejo estaba dispuesto a asumir el reto de acoger a alguien de otro sector. El Consejo iba por buen camino, con buenos cimientos. Había ido bien en los últimos años y eso facilitó mucho mi llegada.
¿A qué retos se enfrenta al asumir la dirección del CMV?
Muchos retos, desde el funcionamiento de una organización que representa a todos los productores de uva a nivel nacional en sus cinco vocaciones, desde conocer, reconfirmar, reorganizar la casa, hasta identificar prioridades. Hay 16 estados productores en el país que queremos trabajar juntos, acompañarnos en sus desafíos y en sus conocimientos. Y queremos sumar a más de estos productores al proyecto del vino mexicano, y sin duda esto requiere de una estrategia.
Entonces, ¿cuáles son las prioridades?
A mi llegada, el Consejo estableció tres pilares muy relevantes, que son los que hoy rigen mi actividad, y tienen que ver con ser una industria unida y sustentable.
El primer pilar es tener una industria unida, una comunidad de productores que se acompañen, que se respeten, que no compitan, sino que trabajen colectivamente para poner al vino mexicano como la primera opción en el mercado.
El segundo pilar en esta administración es incrementar la producción y promover la siembra de más hectáreas. Hoy, tres de cada diez botellas que se consumen en el país son mexicanas. El otro 70 por ciento son vinos importados de todo el mundo. ¿Cómo acaparamos el volumen de consumo en el país? Más hectáreas plantadas, más producción de uva de calidad.
El tercer pilar, que sin duda es un enorme reto, es posicionar la marca del vino mexicano. Tenemos una marca colectiva desde hace años y si ustedes ven una botella de vino mexicano van a encontrar un pequeño sello que es la marca colectiva. Esto no sólo significa que es un vino hecho en México, sino que habla de altos estándares de calidad. Y gracias a esto, hoy hemos ganado medallas, tenemos una alta aceptación en algunos países del mundo.
Nuestra prioridad es que los mexicanos elijan vino mexicano, que más cartas de restaurantes tengan vino mexicano hasta arriba. Mi reto es que eso suceda. Esto no sucederá en un día, pero se han dado pasos muy relevantes para lograrlo.
El vino es una bebida nacional, como el tequila, como el mezcal, debe ser apreciado de la misma manera. El vino tiene el sabor de la tierra, la altitud, el conocimiento del suelo. Es importante saber que no es lo mismo un cabernet de Baja [California] que uno de Coahuila. Maridar vino mexicano con comida mexicana, ¿qué mejor combinación hay? Es una fórmula muy probada, la comida mexicana tiene la posibilidad de ser acompañada por un buen vino. Tenemos que motivar al restaurante para que se sienta comprometido y lo haga.
¿Cómo está dando a conocer la CMV los vinos mexicanos?
Ahorita tenemos un proyecto increíble que estamos haciendo con una plataforma de vinos que se llama Wiki Vinos. Y lanzamos el primer curso de siete sesiones masivas sobre vino para capacitar a los meseros de los restaurantes para que se sientan súper cómodos abriendo una botella frente al comensal, descorcharla, ofrecerla y hablar de ella. En el curso se hablará de todas las regiones vitivinícolas de México. Hasta esta mañana ya tenemos 2 mil 300 personas inscritas.
En noviembre de este año viene a México el Concours Mondial de Bruxelles, así como el México Selection, que se llevará a cabo en San Luis Potosí, México. México tiene que participar fuertemente presentando sus etiquetas y ganando medallas, realmente queremos estar en el mapa.
Nadie dice que será fácil. Ahora tenemos 1.3 litros de consumo per cápita y queremos llegar a 1.5 o 2.0 en cinco o diez años. Es un cambio progresivo, pero hoy, a diferencia de otros países del mundo, nuestro consumo de vino está aumentando, la estima del vino está creciendo. Entonces tenemos la oportunidad de construir, de acercarnos a nuevos consumidores, de hacer accesible el vino y, bueno, de hacer que todos sientan este amor y esta pasión por el vino y por México para que se hable de él y se elija.
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