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Ay Güey Taquería and Bar, nuevo restaurante de Springville, Alabama, une lo mejor de dos mundos mexicanos: la lucha libre y los tacos.
Ay Güey lleva un mes con sus puertas abiertas y ha fascinado a los clientes que, en su mayoría, son americanos. Para su sorpresa, el taco de lengua que prepara Arturo Flores es el más vendido.
A la vez de ser fanático de los tacos, en especial de los que se preparan desde la tortilla hasta las salsas en casa, Arturo Flores es un apasionado por la lucha libre mexicana. Nació en Guadalajara, Jalisco, y, a pesar de que hace 20 años vive en Estados Unidos, la lucha libre mexicana sigue siendo su obsesión y lo que lo conecta con las memorias de su infancia.
“La lucha libre en México significa pasión y cultura. Detrás de la máscara y sus colores hay otra identidad, una especie de alter ego en el que te puedes convertir para ser quien desees ser” comenta Diana Flores.
De niño, su padre, abuelos y tíos, llevaban a Arturo a la Arena Coliseo de Guadalajara, el lugar de lucha libre en el que está inspirado Ay Güey. Ahora de adulto, Arturo colecciona máscaras que decoran, entretienen el restaurante, y lo conectan con sus luchadores favoritos.
De hecho, el logo de Ay Güey son dos luchadores icónicos de la cultura mexicana que los niños, como Arturo, veían en la lucha libre y películas como sus héroes.
“THE PHANTOM”, EL FANTASMA DE LA LUCHA LIBRE
“Cuando la gente viene es una experiencia emotiva. Arturo se pone la máscara del luchador Diamante Azul, y se convierte en ‘El Phantom’, como el fantasma de la Ópera, como yo le digo. Se toma fotos con los niños, pasa por las mesas y divierte a la clientela” comenta Diana Flores.
“The Phantom” sale cada noche transformado y la gente puede tomarse fotos con las máscaras. Es común encontrarse con clientes de cincuenta años para arriba que recuerdan la lucha libre con nostalgia, pues les evoca memorias de cuando eran niños y veían la lucha libre con sus padres y abuelos. El ambiente es amigable y por eso le llamaron Ay Güey, haciendo alusión a esa comadería que se siente en el lugar.
“CUANDO VIENE UN BEBÉ, VIENE ALGO BUENO BAJO LA MANGA”
Antes de presentar el proyecto para obtener los permisos, Arturo y Diana Flores se fueron de “taco hopping” en Guadalajara. Probaron todos los tacos que pudieron y aprendieron a hacerlos tal y como los hacen en su ciudad natal. Los tacos de birria, al pastor, el de lengua y todo lo que ofrecen es preparado tradicionalmente; el cerdo marinado con trozos de piña, el chile serrano con sus rábanos al lado, el limón y la cebollita cambray.
Una vez definieron el concepto y el menú, remodelaron el lugar en el que están hoy. Les tomó un año pintar las paredes, decorarlo y montar la colección de máscaras. Lo abrieron y el lugar ha sido un éxito pues ha traído un concepto fresco, divertido y sabroso.
Al mes de embarcarse en este proyecto, la pareja se enteró que iban a tener una hija. Hoy, como comenta Flores, tienen tres hijos: la bebé, el restaurante y una perra. Un gran reto, pero, como ella dice: “cuando viene un bebé, trae cosas buenas bajo la manga”, y así ha sido.
“Fue una trayectoria larga, pero, cuando veo a mi esposo convertido en el ‘Phantom’ en el restaurante, sé que montamos algo signiticativo, que tiene una conexión real para nosotros y que transmite felicidad. Yo veo que este alter ego le da a Arturo una seguridad extra de la que ya tiene, y se hace más apasionado e intenso. Sé que está cumpliendo esa ilusión que siempre quiso y, entonces, pienso: todo valió la pena”, dice Diana Flores.
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